“Sólament
dues petites organitzacios, Amigos de Durruti i SBLE, intentaren
evitar la derrota i donar a l’aixecament [de maig de 1937] uns objectius
clars. El proletariat revolucionari barceloní, essencialment
anarquista, lluità per la revolució, inclús contra les seves
organitzacions i contra els seus líders, en un combat que ja s’havia
perdut el juliol de 1936, en el mateix moment en que es va mantenir en
peus l’aparell estatal i canvià la lluita de classes pel
col·laboracionisme i la unitat antifeixista”
Guillamón,
Agustín: ‘Insurrección. Las sangrientas jornadas del 3 al 7 de mayo de
1937. Hambre y violencia en la Barcelona revolucionaria’. Ediciones
Descontrol, Barcelona, 2017, 512 pàgines, 15 euros, e-mail:
[descontrol@riseup.net]
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Este
libro ofrece una nueva e inédita versión sobre los Hechos de mayo de
1937, muy original y totalmente distinta a la ofrecida hasta el día de
hoy por la historiografía académica. Su principal característica radica
en que se levanta sobre un riguroso trabajo de investigación en
archivos, y en las entrevistas efectuadas a algunos de los
protagonistas. No es un libro de libros, esto es, el habitual cachivache
hecho de recortes y datos tomados de otros libros que nos suelen
ofrecer los editores comerciales, sino el relato completo, en ocasiones
inesperado e íntegro de los sucesos acaecidos durante la sangrientas
jornadas del 3 al 7 de mayo, narrados desde el punto de vista de los
insurrectos que las realizaron y desde una documentación rigurosa e
indiscutible.
Son
muchas las novedades, absolutamente desconocidas hasta la edición de
este libro, que a partir de ahora serán repetidas e irremediablemente
malinterpretadas en el plagiario mundillo del corte y pega
universitario.
Haremos
un resumen muy breve, en el que es inevitable que se pierda la
frescura, complejidad y riqueza del libro completo, a cuya lectura
remitimos al lector interesado en completar los nombres señalados aquí
sólo con las iniciales, y que quiera contrastar las fuentes utilizadas o
conocer el proceso histórico en su totalidad, probablemente sorprendido
e incrédulo por la información dada en este conciso extracto:
Los
decretos de la Generalidad del 4 de marzo de 1937 crearon un Cuerpo
Único de Seguridad (formado por la Guardia de asalto y la Guardia civil)
y anunciaron la disolución (en un futuro inmediato) de las Patrullas de
Control. Tales decretos provocaron la reorganización de los hasta
entonces hibernados comités de defensa, la dimisión de los consejeros
cenetistas y una grave crisis de gobierno.
En
la asamblea de la Federación Local (de Barcelona) de Grupos anarquistas
del 12 de abril de 1937, radicalizada por la invitación realizada a las
Juventudes Libertarias y a los delegados de los comités de defensa, se
exigió la retirada de todos los cenetistas de cualquier cargo municipal o
gubernamental y se creó un comité insurreccional. En esa radicalización
habían tenido un papel destacado JMM, PR y JSC.
El
15 de abril, tras una larga y difícil negociación, Companys y MEV
pactaron personalmente una salida a la crisis y la formación de un nuevo
gobierno (con la entrada como conseller del cenetista Aurelio
Fernández).
El
asesinato de Antonio Martín en Bellver de Cerdanya, el 27 de abril de
1937, supuso la ruptura del pacto tan laboriosamente alcanzado. MEV puso
en alarma a los comités de defensa al desvelar la información sobre un
próximo golpe de fuerza del bloque contrarrevolucionario. MEV hizo
saltar la chispa, pero se mostró contrario a una sublevación que
consideraba prematura y mal preparada, sin objetivos ni coordinación
adecuados.
La
provocación del 3 de mayo, cuando el estalinista Eusebio Rodríguez
Salas asaltó la Telefónica, movilizó a los comités de defensa, que en
dos horas declararon la huelga revolucionaria, se apoderaron de todos
los barrios obreros y levantaron barricadas en el centro de la ciudad y
en lugares estratégicos. Los comités superiores cenetistas
(representados en esta ocasión por Dionís Eroles y Josep Asens)
intentaron controlar a los comités de defensa, pero fueron desbordados y
no lo consiguieron.
La
mañana del 4 de mayo JMM, secretario de la Federación Local
(barcelonesa) de la FAI, convocó una reunión del Comité Regional de
Cataluña, consiguiendo que se formase un Comité Revolucionario secreto
de la CNT (formado por JMM, LR y JMa) y dos comisiones para coordinar y
extender la lucha en las calles, una en la plaza de España y otra en el
Centro-Paralelo. En esa misma reunión se nombró una delegación
cenetista, encabezada por Santillán, para negociar en el Palacio de la
Generalidad una salida pactada. LR apuntó los cañones de Montjuic sobre
la plaza de San Jaime.
La
CNT jugaba con dos barajas: la insurreccional y la negociadora;
Companys (presidente de la Generalidad) y Comorera (secretario del PSUC)
sólo jugaban con la baraja de la provocación, con el certero objetivo
de conseguir la aniquilación de los insurgentes, debilitar la CNT hasta
anularla y un gobierno fuerte.
En
la tarde del 4 de mayo, los trabajadores barceloneses armados en las
barricadas y dispuestos al combate, no fueron derrotados por el PSUC, ni
por ERC, ni por las fuerzas de orden público del gobierno de la
Generalidad. Esos trabajadores fueron doblegados por los mensajes
apaciguadores de la radio. El intento revolucionario de encontrar una
coordinación y un objetivo preciso a la insurrección en curso, fracasó.
Cuando toda Barcelona era ya una barricada, los obreros en armas fueron
vencidos y humillados por las peroratas radiofónicas de los comités
superiores cenetistas, y muy especialmente por el discurso del beso de
Joan García Oliver.
El
5 de mayo, al mediodía, Sesé, secretario de UGT, cuando iba a tomar
posesión de su cargo de consejero, fue tiroteado desde el Sindicato de
Espectáculos de la CNT, al no atender el auto en que viajaba el alto del
control de una barricada. Companys, en represalia, ordenó repetidamente
a la aviación que bombardease los cuarteles y edificios en poder de la
CNT. Los Amigos de Durruti lanzaron una octavilla que intentaba dar unos
objetivos concretos al levantamiento: sustitución de la Generalidad por
una Junta Revolucionaria, fusilamiento de los culpables de la
provocación (Rodríguez Salas y Artemi Aguadé), socialización de la
economía, confraternización con los militantes del POUM, etcétera. Los
comités superiores desautorizaron inmediatamente esa octavilla, que tuvo
la virtud de reavivar la lucha en las barricadas.
Los
días 5 y 6 de mayo fueron los de mayor auge de la lucha callejera. Los
conatos cenetistas de tregua, o abandono de las barricadas, siguiendo
las consignas radiofónicas y de la prensa, fueron aprovechados por el
bloque contrarrevolucionario para consolidar posiciones; hecho que a su
vez provocó que los revolucionarios reanudaran los combates y regresaran
a las barricadas.
El
7 de mayo era evidente que la sublevación había fracasado. Los
trabajadores empezaron a deshacer las barricadas. Las tropas enviadas
desde Valencia desfilaron por la Diagonal y ocuparon toda la ciudad. Los
comités superiores, en los días siguientes, intentaron ocultar todo lo
sucedido, arreglar las actas en proceso de redacción y en definitiva
evitar en lo posible la previsible represión estalinista y gubernamental
contra la Organización y contra los protagonistas más destacados. El
POUM era el necesario chivo expiatorio que debía cargar con todas las
responsabilidades.
Si
hubiese que resumir mayo del 37 en una frase, ésta debería explicar que
los trabajadores, armados en las barricadas y decididos a todo, fueron
abatidos por los llamamientos al alto el fuego emitidos por la radio:
Barcelona fue una revuelta derrotada por la radio.
Conclusiones:
Por
primera vez en la historia, se dio el caso de una insurrección iniciada
y sostenida contra la voluntad de los líderes a que perteneció la
inmensa mayoría de los insurrectos. Pero aunque un motín puede
improvisarse, una victoria no (MEV); y aún menos cuando todas las
organizaciones obreras antifascistas se mostraron hostiles al
proletariado revolucionario: desde la UGT hasta los comités superiores
de la CNT.
Los
comités superiores llegaron a jugar con dos barajas, permitiendo la
formación de un Comité Revolucionario de la CNT, al mismo tiempo que se
formaba una delegación para negociar en el Palacio de la Generalidad.
Pero muy pronto abandonaron la carta insurreccional por los ases del
alto al fuego, que aseguraban su futuro de burócratas.
UGT
y comités superiores de la CNT, ERC y gobierno de la Generalidad,
estalinistas y nacionalistas, todos juntos, convirtieron la hermosa
victoria militar de los revolucionarios, al alcance de la mano (según
JMM de la FAI y Rebull del POUM), en una horrorosa derrota política, que
abrió el paso a una represión feroz. Y lo hicieron todos juntos, pero
de forma distinta, para desempeñar eficazmente cada uno su papel.
Estalinistas y republicanos directamente en las barricadas de la
contrarrevolución. Anarcosindicalistas y poumistas en la ambigüedad del
quiero y no puedo, del soy pero dejo de ser; los primeros recomendando
el cese de la lucha y el abandono de las barricadas; los segundos
mediante el “audaz” seguidismo de los primeros.
Sólo
dos pequeñas organizaciones, los Amigos de Durruti y la SBLE,
intentaron evitar la derrota y dar al alzamiento unos objetivos claros.
El proletariado revolucionario barcelonés, esencialmente anarquista,
luchó por la revolución, incluso contra sus organizaciones y contra sus
líderes, en un combate que ya había perdido en julio de 1936, en el
mismo momento en que dejó en pie el aparato estatal y trocó la lucha de
clases por el colaboracionismo y la unidad antifascista.
Pero
hay batallas perdidas que han de librarse en beneficio de las
generaciones futuras, sin más objetivo que el de dejar constancia de
quién es quién, advertir el lado de la barricada en que se encuentra,
señalar dónde están las fronteras de clase y cuál es el camino a seguir y
los errores a evitar.
Anexos:
El
libro se complementa con diez anexos de muy distinto carácter y
objetivos. Algunos son piezas prácticamente independientes del libro,
que podrían haberse editado como folletos monográficos, como el dedicado
a la matanza y tortura de doce libertarios en el cuartel Marx,
trasladados sus cuerpos en una ambulancia para ser arrojados en un
recodo de la carretera de Bellaterra; o bien el asesinato y entierro de
Berneri y Barbieri. Otros son de carácter meramente informativo,
necesarios para fundamentar las afirmaciones realizadas en las rigurosas
investigaciones previas que permiten su formulación, como la orden de
Companys de bombardear los edificios y cuarteles en poder de la CNT; el
de la correspondencia con José Quesada o los testimonios de Severino
Campos y Matías Suñer sobre la existencia de un Comité revolucionario
secreto de la CNT. Y quedan, por fin, los de carácter complementario,
como la biografía de JMM, el texto analítico de Josep Rebull sobre mayo
del 37 o los informes del Comité Local del POUM, de Gorkin y de Molins.
Todos
esos anexos tienen la misma razón de ser: enriquecer y/o complementar
el conocimiento sobre las sangrientas jornadas de mayo de 1937 desde las
más variadas perspectivas, con el objetivo de ofrecer al lector unos
instrumentos asequibles e inapreciables para su profunda comprensión y
valoración.
También
aparece, en un cuadernillo no numerado, un anexo de ilustraciones en el
que aparecen imágenes de barricadas y protagonistas, además de fotos
inéditas de los salones interiores de la Casa CNT-FAI.
Balance, cuadernos de historia
Barcelona, abril de 2017
Siglas:
CNT: Confederación Nacional del Trabajo (anarcosindicalistas)
ERC: Esquerra Republicana de Catalunya (republicanos, nacionalistas)
FAI: Federación Anarquista Ibérica (anarquistas)
POUM: Partido Obrero de Unificación Marxista (marxistas heterodoxos)
PSUC: Partido Socialista Unificado de Cataluña (estalinistas)
SBLE: Sección Bolchevique-Leninista de España (trotskistas)
UGT: Unión General de Trabajadores (socialistas y estalinistas)
Nota final:
Este
libro puede leerse de forma independiente, si bien es innegable que
forma parte de una tetralogía dedicada al proceso revolucionario vivido
en la ciudad de Barcelona en 1936-1937, que finalmente queda organizada
del siguiente modo:
Hambre y violencia en la Barcelona revolucionaria
1. La revolución de los comités. De julio a diciembre de 1936
2. La guerra del pan. De diciembre de 1936 a mayo de 1937
3. Insurrección. Las sangrientas jornadas del 3 al 7 de mayo de 1937
4. La represión contra la CNT y los revolucionarios. De mayo a septiembre de 1937
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